A más de 20 años de gestiones iniciadas en 1995 entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), se anunció un acuerdo que refleja la tendencia en las relaciones económicas entre países. Ya se firmaron más de 470 de este tipo en el mundo. El anunciado apunta a la apertura internacional perdida, al libre comercio y al abandono
del elevado proteccionismo que tanto nos afectó. Para comprender sus objetivos, conviene recordar nuestro pasado y compararlo con la crítica situación que vivimos desde hace décadas.
NUESTRA ECONOMÍA, ENTRE LAS PRIMERAS
En el primer centenario teníamos una economía abierta al mundo, con los sectores agropecuario e industrial pujantes. Julio J. Nogués, de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, dice en su libro Agro e Industria (2011) que, contra una creencia generalizada, hasta 1929 el crecimiento industrial fue superior al agropecuario,
aunque las diferencias no eran importantes. El agropecuario crecía por las exportaciones y una temprana industrialización era impulsada por la agroindustria, que también exportaba y se alimentaba de la actividad agropecuaria: plantas frigoríficas, fábricas de productos lácteos, molinos harineros, establecimientos de lavado de lanas, etc. La conjunción agro-industrial produjo
un gran desarrollo. Hasta una industria no exportadora –los talleres ferroviarios– servía a las exportaciones agropecuarias, pues el tren acercaba distancias. El petróleo estimulaba a las industrias químicas.
Así, a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, estábamos entre los países más desarrollados. Sólo seis nos superaban: Gran Bretaña, Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Suiza. Atraíamos inmigrantes europeos pues nuestros salarios mejoraban su calidad de vida. Por la apertura al mundo, entre 1875 y 1930 tuvimos el más rápido crecimiento industrial, proceso que no volvió a repetirse. La consultora Ferreres
analizaba que cuando el coeficiente del comercio internacional crecía, la tasa del PBI crecía, y cuando descendía también lo hacía el PBI: entre 1875 y 1914 se registra el mayor coeficiente de comercio internacional y nuestro PBI tiene el más alto crecimiento; entre 1946 y 1955 tuvimos el menor coeficiente y la menor tasa de
crecimiento. Por ello el Acuerdo Mercosur-UE apunta a incrementar las exportaciones.
VERTIGINOSA CAÍDA
El Premio Nobel de Economía, Paul Samuelson, predecía tras la Segunda Guerra que la Argentina sería líder mundial por su robusta economía. Años después reconoció su fallido pronóstico sin explicarse la razón. Si entre 1875 y 1930 nuestra economía creció por la apertura al mundo, estimulada por conservadores y
radicales, desde los años ‘40 se implementaron políticas autárquicas, altamente proteccionistas, que nos aislaron
internacionalmente.
El economista Nogués da una explicación: “Entre 1945 y 1949 los salarios reales crecieron 62% (!). Nada de lo ocurrido en la economía real podía explicar este incremento: tal aumento salarial quizás represente la política más populista en la historia de Argentina. Fue decidido desde la Presidencia, pero sólo unos pocos
sectores podían pagarlo. ¿Quiénes? Las industrias muy protegidas. Impresionantes rentas proteccionistas otorgadas a industriales, eran compartidas con trabajadores sindicalizados, mientras el resto del país sufría estancamiento. Así nació el poder sindical que hoy
sobrevive y dio lugar a una alta informalidad en el empleo.
Un poder asociado a industrias altamente protegidas, que beneficia a unos pocos y excluye a la mayoría”.
El Acuerdo Mercosur-UE se propone eliminar el alto proteccionismo en un proceso de 15 años. Políticos, sindicalistas y empresarios, identificados con los tiempos a los que alude Nogués, criticaron el Acuerdo:
“No hay nada para festejar, sino muchos motivos para preocuparnos” (Alberto Fernández). “Es una tragedia”
(Axel Kicillof ). “Rechazo el acuerdo” (Pablo Moyano, gremialista). “Es un paso más hacia el fin de la industria” (Guillermo Carmona, diputado kirchnerista). “No podemos competir con industrias europeas pues somos desiguales” (Ignacio de Mendiguren, diputado peronista, ex presidente de la Unión Industrial Argentina).