Una grave causa de nuestra pobreza

Últimamente ocupan la atención periodística las migraciones de ciudadanos que huyen de países empobrecidos a naciones desarrolladas, en busca de una vida mejor. Gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia católica, por la importancia que el Papa Francisco le ha dado al tema, establecen políticas y manifiestan preocupación por tan dolorosa situación.
Juan Pablo II designó Padre de los Migrantes al sacerdote Juan Bautista Scalabrini, al que beatificó en 1997 “por su amor a los pobres y en particular hacia los migrantes, convirtiéndose en apóstol de personas obligadas a abandonar su patria, en condiciones muy difíciles. De de estas personas –concluye el Papa– Scalabrini se convirtió en padre y guía.” Inspirados en él, los padres misioneros scalabrinianos crearon el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos.
Diego Carámbula, investigador de este Centro y doctor en administración de empresas (UCA), acaba de presentar su libro El círculo vicioso del talento, donde resume su tesis doctoral sobre otra migración, menos difundida y por ello más ignorada, pero de gran importancia en el desarrollo de los países: la Migración Calificada, contracara de la migración antes mencionada que sería no calificada. El libro debe ser leído por economistas y políticos, especialmente argentinos y latinoamericanos, pues analiza exhaustivamente una causa principal de nuestra pobreza.

La estadística inicial impresiona: en el mundo hay unos 214 millones de migrantes calificados, con alta formación universitaria en ciencias duras, de ingenierías especialmente; juntos harían la quinta nación más grande del mundo; la migración no es sólo de sur a norte pues el 40% de los migrantes se trasladan de un país en desarrollo a otro; los extranjeros son autores de la mayoría de las innovaciones patentadas; anualmente se precisan 45 millones de nuevos profesionales en el mercado global, la mayoría de ellos jóvenes; hay 4,3 millones de estudiantes que estudian fuera de su país de origen, y uno de cada cinco lo hacen en los Estados Unidos, el país que más atrae a migrantes calificados pues tiene las mejores universidades; le siguen varios de Asia Pacífico y nórdicos como Dinamarca, Finlandia y Noruega; Australia se destaca también por sus buenas universidades y Singapur por el comercio internacional y la inversión extranjera. La Argentina, en cambio, sobre 60 países analizados, está en el puesto 32; consultadas 803 empresas, ocupamos el cuarto puesto entre los mercados con mayor escasez de personal calificado en el mundo.

El libro de Carámbula muestra estudios sobre la Argentina, de expertos en migración calificada. Para el sociólogo argentino Lelio Mármora, docente en políticas de migraciones internacionales, nuestro país tiene la mayor emigración profesional de la región, lo que implica un costo pues gran parte de los que se van se formó en universidades públicas gratuitas, o en privadas donde se pagó la formación.
Adela Pellegrino, uruguaya y doctora en demografía histórica, dice que los argentinos, como los uruguayos, se adaptan rápidamente a otro país, en comparación con naciones como la India, donde la diferencia cultural es muy grande. Agrega que los países desarrollados, atraen por el entorno que ofrecen, donde se puede investigar con premios Nobel o en polos tecnológicos de avanzada. El argentino César Milstein emigró a Gran Bretaña, atraído por el ambiente estimulante de Cambridge de donde surgieron 12 premios Nobel; fue a investigar con Fred Sanger, de los pocos que obtuvo dos veces un Premio Nobel de Química. Milstein ganó allí el Nobel de Medicina 1984 por haber ideado los anticuerpos monoclonales, de gran importancia en la medicina actual, habiendo perdido la Argentina los enormes beneficios del país que hoy los comercializa. La de Milstein fue una muy seria emigración calificada.

Para el también uruguayo, Juan Artola, doctor en relaciones internacionales fallecido recientemente, la migración calificada es un fenómeno muy grave que los gobiernos latinoamericanos no miden, o prefieren no hacerlo: “En la Argentina y América del Sur –dice– vivimos el auge de las materias primas, por lo que no prestamos atención a la Economía del Conocimiento. Esto hace que muchas personas que egresan de la universidad no saben qué hacer y terminan viendo en la emigración una esperanza.”
Leonir Chiarello, sacerdote y filósofo chileno, director ejecutivo de Scalabrini International Migration Network, observa que en la Argentina formamos personas, financiándolas con subsidios públicos que favorecen a industrias de países centrales. “Este círculo perverso se alimenta aun más –sostiene Chiarello– pues los países desarrollados utilizan una lógica que restringe la mano de obra no calificada y atrae la mano de obra calificada.” Su estudio concluye “que la migración calificada o fuga de cerebros argentinos, existe y existirá, pues se forma a potenciales desarrolladores de la industria del conocimiento, en un país que no tiene una estrategia orientada al conocimiento, sobre todo en carreras de ciencias duras que hoy se insertan en la Economía del Conocimiento.»
Finalmente, la observación de fray Chiarello la complementa la abogada argentina Nora Pérez Vichich, docente en migraciones internacionales. Afirma que para saber si la emigración calificada va a aumentar en la Argentina, hay que razonar hacia qué contexto de país estamos yendo, es decir si los jóvenes tendrán un futuro. Para saber el número de emigrados argentinos de alta calificación, se hizo un paneo en nuestros consulados en el exterior, detectándose entre 7.000 y 8.000 científicos. Pero el número sería mayor pues los consulados sólo registran a quienes van a realizar un trámite, pues la matrícula consular no es obligatoria.

El recomendado y exhaustivo estudio aquí resumido, muestra que mientras los países desarrollados atraen a la mejor inteligencia, las naciones que la desatienden empobrecen y, más grave aún, colaboran gratuitamente en el crecimiento de las más avanzadas.