Los líderes de los países más avanzados no aplican otra inteligencia para resolver los conflictos que no sea la de la guerra. Así convierten a sus países en los más atrasa dos para la solución de las diferencias, pues –lejos de resolverlas– las incrementan. Los recursos para gastos de defensa generan problemas porque se desatienden necesidades como el hambre y la superación de la pobreza.
El año pasado el gasto mundial en defensa aumentó casi 7%, el mayor incremento desde 2008: los países utilizaron en 2023 más de US$ 2,4 billones a tal fin. El aumento fue superior en la OTAN, que pidió a sus miembros destinar el 2% de sus PBI para gasto militar. Este año, su secretario general, Jens Stoltenberg, anunció que más de 20 países de los 32 miembros de la organización cumplirían dicho objetivo. La cifra representaría un incremento de casi cuatro veces el presupuesto en sólo tres años. Por su parte, Donald Trump acaba de anunciar que, de volver a la presidencia norteamericana, no defenderá a los países miembros de la OTAN que no cumplan tal objetivo, aprovechándose –según él– del gasto militar estadounidense.
Los países del mundo dedican para gastos militares nueve veces más de lo que se necesitaría para erradicar el hambre. En 2024 el presupuesto militar mundial se acercará a los US$ 3 billones, monto que las Naciones Unidas estiman que serviría para cumplir todas las “Metas de desarrollo sostenible”. Estas metas incluyen, entre otras, la erradicación del hambre y la mejora de los servicios de salud, educación, vivienda y energía eléctrica para todos los habitantes de los países menos desarrollados.
ARMAS NUCLEARES: A PUNTO PARA UTILIZARSE
Más grave aún es el incremento de los gastos para armas nucleares. Los países con capacidades atómicas aumentaron 33% el destino de sus recursos en los últimos cinco años para este sector. Según la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), los nueve países con armas nucleares –Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido, India, Israel, Pakistán y Corea del Norte– gastaron en 2023 US$ 91.400 millones (US$ 2.898 por segundo), es decir, US$ 10.800 millones más que en 2022. “Es razonable afirmar que hay una carrera armamentística nuclear en marcha”, afirmó la directora del ICAN, Melissa Parke, quien además denunció el uso “inaceptable de fondos públicos” que representan más de lo que el Programa Mundial de Alimentos estima necesario para poner fin al hambre en el mundo. “Hasta podríamos plantar un millón de árboles por cada minuto de gastos en armas nucleares”, concluyó. Su colega Alicia Sanders Zakre agregó: “En los últimos cinco años ha habido una tendencia notable al incremento de dinero para estas armas, muy inhumanas y destructivas”. Según el ICAN, el aporte de los Estados Unidos (US$ 51.500 millones) “es mayor que el de todos los demás Estados poseedores de armas nucleares juntos”. El segundo país es China (US$ 11.800 millones), seguido de Rusia (US$ 8.300 millones).
CRITERIO JUNIO/JULIO 2024, SOCIEDAD
Wildred Wan, director del programa sobre armas de destrucción masiva en el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), dijo recientemente: “No habíamos visto a las armas nucleares jugar un papel tan destacado en las relaciones internacionales desde la Guerra Fría”.
La gran mayoría de las cabezas nucleares pertenecen a los Estados Unidos y Rusia, que poseen el 90% de este tipo de armamento. Rusia continuó en estos meses el entrenamiento para su uso, a fin de disuadir a Occidente de redoblar su apoyo a Ucrania. El presidente Vladimir Putin afirmó en mayo último que, de continuar este apoyo, Rusia podría cambiar su política oficial para utilizar las armas nucleares. Y el SIPRI estimó, por primera vez, que China posee “ojivas nucleares en estado de alerta operacional elevada”, es decir, preparadas para su utilización inmediata.