Arturo Prins
Director Ejecutivo de la Fundación Sales
Varios indicadores muestran las causas de la crisis económica de la Argentina, que en las últimas décadas afectaron el crecimiento e incrementaron la pobreza. Ésta alcanzó en 2011 al 28,7% de la población; en 2015 al 30,1%; en 2019 al 35,5% y en 2023 al 41,7%.
Para reducir la pobreza las empresas tienen que generar riqueza, objetivo no alcanzado cuando nuestro PBI involucionó. Consecuentemente se requieren más y mejores empresas.
El Instituto de Investigaciones de la Bolsa de Comercio de Córdoba registró, en septiembre de 2021, el nivel más bajo de empresas: 507.871. El 93% de ellas contrataba hasta 25 empleados formales; sólo el 8% tenía más empleados. En los últimos años fueron más las compañías que cerraron que las que iniciaron actividades. Por ello, casi la mitad del total de los trabajadores argentinos son empleados formalizados en el sector privado: 6,5 millones.
CARENCIA DE GRANDES EMPRESAS EXPORTADORAS
Marcelo Elizondo, estudioso del tema, indicaba que más del 80% de las exportaciones en todo el mundo proviene de grandes empresas. Citaba un informe de América Economía que, en referencia a América Latina, decía: “Entre las 100 mayores empresas latinoamericanas, 44 son brasileñas, 23 mexicanas, 15 chilenas y sólo 7 argentinas”.
Con menos empresas exitosas hay menos trabajadores bien pagos, peor calidad de vida y pobreza. Ello hizo que el gasto público creciera por el aumento de empleados del Estado, al no haber suficiente demanda de empleo privado. De las grandes empresas, sostiene Elizondo, ha surgido la revolución tecnológica actual, cuya base es el conocimiento: en los países prósperos, el capital intelectual impulsa la mejora económica, social y cultural. Esto es la economía del conocimiento. Tenemos excepciones como Mercado Libre –seleccionada como una de las 100 firmas más influyentes del mundo por la revista Time– y otros unicornios, pero con ellos no alcanza. Consecuentemente, un problema central de nuestra economía es el descenso de las exportaciones. En 15 años el número de empresas exportadoras se redujo a la mitad: 7.132 registradas en 2023; México, 33.000; Brasil, 25.400; y Colombia, 11.400. La participación de la Argentina en el comercio mundial cayó del 2,4% en 1940 al 0,34% en 2022.
ENDEUDAMIENTO, INFLACIÓN Y DÓLARES EN EL EXTERIOR
La ausencia de la economía del conocimiento ha generado en la Argentina un creciente déficit fiscal pues los ingresos del Estado son insuficientes para cubrir sus gastos. Por ello solicitamos dólares al Fondo Monetario Internacional y emitimos pesos, causa principal de la altísima inflación.
La deuda bruta del Estado superó en junio del año pasado el récord de US$ 400.000 millones: US$ 403.809, habiéndose incrementado un 25% desde que asumiera la presidencia Alberto Fernández.
A su vez, la desconfianza de los argentinos hizo crecer año a año el desvío de dólares a cuentas bancarias en el exterior, a cajas de seguridad o a lo que suele denominarse “el colchón”: a fines de 2022 eran US$ 261.795 millones fuera del sistema (algo menos de la mitad del PBI) y a fines de 2023, según el Indec, US$ 277.793 millones.
MUY BAJA INVERSIÓN DE EMPRESAS EN I+D
El último anuario estadístico publicado por el Grupo Redes (Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología / RICYT 2023), muestra el porcentaje del PBI que invierte cada país en Investigación y Desarrollo (I+D), teniendo en cuenta que a mayor inversión, mayor crecimiento económico. Israel exhibe el más alto porcentaje: 5,56% de su PBI. Le siguen Corea del Sur (4,93%), Estados Unidos (3,46%), Japón (3,3%), Alemania (3,13%), Finlandia (2,99%) y China (2,43%). Estos países incrementaron los porcentajes de sus años anteriores. El promedio de América Latina y el Caribe es 0,61%. La Argentina está por debajo: 0,52%; en 2012 invertíamos el 0,63%. Brasil, primera economía latinoamericana y entre las primeras del mundo, es el único de la región que invierte más del 1% del PBI en I+D: 1,17%. Estados Unidos, primera economía mundial, es el que más aporta por tener el PBI más alto. Lo sigue China, segunda economía mundial. Observemos la relación entre esta inversión y el lugar que ocupa cada país en la economía mundial.
Otra estadística preocupante para la Argentina, que muestra la muy baja relación universidad-empresa, es la que exhibe el porcentaje que aportan nuestras empresas del total invertido en I+D. Estados Unidos encabeza el ranking: sus empresas invierten el 66,2%; el gobierno el 20,1%; el resto empresas extranjeras, universidades y fundaciones. En la Argentina nuestras empresas invierten apenas el 21,1%; el gobierno, el 58,6%; las empresas extranjeras, el 18,3% y el resto, universidades y fundaciones.
Las empresas de Brasil y Colombia lideran la región: invierten respectivamente 43,2% y 36,1%. Cuanto mayor es el aporte gubernamental crece la capacidad científica, como en nuestro país. Pero sin transferencia del conocimiento a las empresas, no hay crecimiento económico.
El Banco Mundial criticó “la muy baja inversión de las empresas argentinas en I+D, su escasa cultura innovadora”.
DONDE RADICA EL MAYOR VALOR ECONÓMICO HAY POBREZA DE RECURSOS
La mayoría de nuestros centros más importantes de investigación (CONICET, universidades públicas, fundaciones) no protegen el conocimiento. Un estudio mostró que la UBA, la universidad que destina más fondos a la investigación, no tiene volumen de proyectos científicos transferibles a la industria pues, con centenares de trabajos publicados por año en ciencias duras, solamente solicitó 39 patentes en 40 años (1973-2013), es decir, un promedio de una por año. Desde su creación en 1821, no llegan a un centenar sus solicitudes de patentes, mientras el Instituto Pasteur, creado mucho después (1888), tiene en su haber más de 6.000 solicitudes.
Los conocimientos innovadores, cuando se publican en papers internacionales sin estar protegidos, son de dominio público y pueden ser tomados por otros. Por eso las grandes universidades del mundo exigen a los científicos que informen a sus oficinas de propiedad intelectual sobre los trabajos que van a publicar, para prever su protección. Harvard tiene normas sobre el particular desde 1934 y las actualiza para asegurarse las regalías, como así también beneficios a los científicos y al público que accederá a sus innovaciones a costos menores.
Las 53 universidades nacionales, donde radica el mayor valor de la economía –el conocimiento– se declararon en 2016 en emergencia económica al no poder afrontar la nueva tarifa del gas. El hecho se repitió en estos días pues a pesar de producir grandes valores económicos, dependen del presupuesto que les otorga anualmente el Estado, hoy suspendida su actualización por la crisis económica.
Más grave aún es que, al no proteger nuestros conocimientos, otros países los toman, por lo que importamos tecnologías logradas por la ciencia argentina. Lo comprobaron profesores de la Universidad Nacional de Quilmes, en dos investigaciones publicadas en Journal of Technology Management & Innovation (2012 y 2018), donde se detallan las universidades y empresas de países desarrollados que patentaron nuestra “inteligencia regalada”, como ellos la denominan.
La estadística de la RICYT 2023 sobre patentes es alarmante para el país. Las naciones desarrolladas solicitan la mayor cantidad de patentes. Estados Unidos, en la última década medida (2012-2021), solicitó un promedio de algo más de 286.000 patentes/año; sus solicitudes crecieron en dicho período de 268.782 a 285.113. Brasil solicitó en el mismo período un promedio de algo más de 7.800 patentes/año, también con crecimiento. Argentina solicitó un promedio de 567 patentes/año, habiendo disminuido sus solicitudes un 42%: de 697 (2012) a 406 (2021).
CÓMO AVANZAR
La diferencia hoy la hace el conocimiento, un bien intangible. La Secretaría de Economía del Conocimiento, a cargo de Marcos Martín Ayerra, que depende del Ministerio de Economía, debería tener un rol significativo en la actual gestión pues el crecimiento de la Argentina y la eliminación de su alta pobreza se lograrán por las políticas que aquí se implementen.
El ejemplo de nuestros unicornios lo muestra, hay que tenerlo en cuenta y multiplicarlos. Registramos el segundo mayor número de ellos (empresas valuadas en US$ 1.000 millones) en América Latina. Con el campo, configuran el sector exportador más competente. Nuestros cinco primeros unicornios y sus creadores son: Mercado Libre (Marcos Galperin), Globant (Martín Migoya), Despegar (Roberto Souviron), OLX (Alec Oxenford) y Auth0 (Eugenio Pace y Matías Woloski).