Una solución para Malvinas 

21 de noviembre de 2022 

Arturo Prins 

PARA LA NACION 

Nuestro historiador Luis Alberto Romero, en un destacado artículo en Perfil (16/3/12), se preguntaba: “¿Son realmente argentinas las Malvinas?”. La mayoría, decía, responderá que sí pues alguien nos sacó lo nuestro y debemos recuperarlo. En aquellos tiempos, agregaba, las Malvinas cambiaron de mano varias veces por ocupaciones de hecho o por tratados con dinastías europeas. Romero concluía que en ese tiempo la Argentina no era una nación, por lo cual “creemos que hubo ‘indios argentinos’ y en cualquier mapa, aunque se refiera al año 8.000 antes de Cristo, dibujamos nuestras fronteras actuales (…) una nación argentina eterna”. 

El Club Político Argentino (CPA), asociación civil creada en 2011 por el politólogo Vicente Palermo, es la organización que mayor inteligencia aportó sobre el tema Malvinas. Romero pertenece a ella. Palermo, en innumerables trabajos, sostiene que “en derecho internacional, tanto la Argentina como Gran Bretaña tienen títulos muy precariamente establecidos sobre las islas”. En 2012, al cumplirse 30 años de la guerra, socios del CPA pidieron revisar la política de Malvinas para “respetar el modo de vida, los deseos e intereses de los isleños, sin imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean”. Esta mirada tuvo críticas oficiales y de opositores que la tildaron de “cipayismo básico”. Sin embargo, lo medular de la mirada es que las tendencias contemporáneas vinculan más y más la soberanía a la gente, y cada vez menos a la tierra. 

En 1982 la Fundación Sales reunió, en su revista Papiro, opiniones contrarias a la guerra: el excanciller Luis María de Pablo Pardo desaprobaba al canciller Nicanor Costa Méndez por haberla promovido; el crítico de cine Jaime Potenze, que vivió en las Malvinas, la calificó de bochornosa y aberrante; el político Horacio Sueldo decía: “Bloqueamos el camino de la negociación quizás para siempre”; Esteban Polakovik, estudioso de conflictos entre países por territorios reclamados, coincidía premonitoriamente con los socios del CPA: mirar a los malvinenses. 

Nacido en Eslovaquia (1912) y radicado en la Argentina (1947), Polakovik sostenía que el origen de estos conflictos estaba en “la idea de nación”. Diferenciaba el concepto de nación del de Estado. La nación, decía, se construye a lo largo del tiempo, con una cultura, un folklore, una lengua, un espíritu expresado en su literatura, en las artes, la poesía, la música. La nación es una comunidad espiritual, por lo cual de la nacionalidad nadie puede ser despojado, mientras que la ciudadanía es pasible de pérdida. Solzhenitsyn era ruso a pesar de haber sido desposeído de la ciudadanía soviética. El Estado, según Polakovick, puede construirse en forma inmediata, sin necesidad de tiempo. Así, la nación puede subsistir sin un Estado: la nación judía existía antes del Estado de Israel y existe fuera de él. Polakovick sufrió a su Eslovaquia cuando el Estado checoslovaco contenía dos seres nacionales, el checo y el eslovaco. Alemania, siendo una nación, estuvo escindida en dos Estados. Lo deseable es que cada nación aspire a tener un Estado propio. “No se esperará que los malvinenses renuncien a su nacionalidad inglesa, porque ésta pertenece a su modo de vivir”, concluía Polakovick. Ernesto Sábato dijo sobre él: “Nadie como este humanista ha esclarecido tan clara y apasionadamente el concepto de nación”. 

Hasta 1982 los isleños no eran parte de la disputa diplomática. La guerra generó un cambio en la diplomacia británica: había que escuchar a los isleños. Una docente que visitó las Malvinas decía: “Las islas deberían ser de los isleños, ni de la Argentina ni de Inglaterra, pues ¿de quienes son los lugares sino de quienes los habitan?”. Palermo afirmaba: “Hay que pasar de un conflicto centrado en la tierra, a un diferendo relacionado a gente con derechos, cosa que la política argentina se niega a hacer”. 

Desde 1982, hace ya 40 años, la Fundación Sales propuso un camino de solución que coincidía con la óptica británica: abandonar la política de confrontación con una misión a cargo de organizaciones de la sociedad civil, expertas en problemas humanos. Crear una fundación cuyo objetivo sea absorber a la nación inglesa de las islas en una nación argentina, a través de un proceso de radicación de argentinos. Con tiempo, las nuevas generaciones argentinas podrán coincidir con un Estado argentino en las islas. La nacionalidad de los antepasados ingleses –herederos de un tiempo de piratería– habrá sido respetada. 

 Director ejecutivo de la Fundación Sales