Falta sensibilidad y coraje

Arturo Prins

Nueve millones de personas mueren por año de cáncer. El tabaco, causa principal, provoca otras enfermedades, por lo que 7 millones de fumadores mueren, 900 mil como fumadores pasivos, entre ellos niños.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó en 2003 un Convenio Marco para el Control del Tabaco «por la dimensión que tiene la epidemia del tabaquismo». Aspiraba a proteger a generaciones presentes y futuras por el aumento de fumadores -hoy más de mil millones-, especialmente en países en desarrollo. El tratado es un hito: el único internacional en salud y uno de los más respaldados en la historia de Naciones Unidas. Lo ratificaron 180 países, incluyendo la Unión Europea, los principales productores de tabaco (China, Brasil, la India, Turquía), casi toda América Latina y todo el Mercosur, excepto la Argentina, a pesar de sus 43.000 muertes anuales por tabaquismo.

En 2004, el Poder Ejecutivo envió al Parlamento un proyecto de ley para ratificar el convenio y su vigencia. No fue tratado y perdió estado parlamentario. Los senadores Juan Manuel Abal Medina y Julio Cobos lo reimpulsaron. En mayo pasado, el Ministerio de Salud solicitó su pronta ratificación y la vicepresidenta Gabriela Michetti se comprometió a hacerlo. Senadores de provincias tabacaleras reaccionaron. Juan Carlos Romero (Salta) dijo que gran parte de lo pedido por la OMS se cumple en la ley de control del tabaco (2013): prohibición de publicidad, de fumar en espacios públicos, de vender cigarrillos a menores de 18 años, etcétera. «Ratificar este convenio -señaló- significa la desaparición de la producción». Otro salteño, Rodolfo Urtubey, agregó: «Ningún productor se opone a que se proteja la salud, pero producir tabaco es generar trabajo y de ninguna manera el tabaco que se produce, de por sí, daña a las personas».

En la Argentina, el 13,2% de las muertes se debe al consumo de tabaco, y en su mayoría son evitables. Hay 20.627 enfermos de cáncer al año por tabaco; se gastan $33.000 millones anuales para atender el tabaquismo; el precio de los cigarrillos es de los más bajos del mundo y el impuesto acaba de reducirse con críticas de sociedades médicas. Las mujeres, los niños y las niñas argentinos fuman más que los de países en desarrollo. El Convenio de la OMS busca la erradicación del tabaquismo, por lo que recomienda incrementar el precio del cigarrillo con impuestos que limiten su compra. Los senadores saben que la mencionada ley de control del tabaco de 2013, no abordó el tema fiscal y fue un atajo para evitar el objetivo de la OMS.

En noviembre último asistí en México a una cumbre de presidentes y líderes del mundo sobre cáncer. Un político con sensibilidad, imaginación y coraje llamó la atención: Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay. Como oncólogo explicó que 9 de cada 10 cánceres de pulmón se deben al cigarrillo y que el tabaco causa otros cánceres, por lo que el gasto en salud es muy alto. Siendo los principales fumadores los más jóvenes y los pobres, aumentó fuertemente el impuesto al tabaco reduciendo los fumadores escolares del 30 al 9%, y los adultos del 32 al 23%. Para sorpresa de sus economistas, el ingreso fiscal por este impuesto, que en 2004 era de 84 millones de dólares, llegó a 318 millones; bajó el gasto de salud y ganó un juicio a Philip Morris que pagó 7 millones de dólares. Sobre 12 países medidos, Uruguay encabeza el ranking latinoamericano en prevención y control del cáncer (la Argentina 9ª); es 2° en el mundo por calidad de aire en ambientes cerrados y 5° como «libre de humo».

La intervención en México de nuestra vicepresidenta Michetti fue pobre; se limitó a decir: «En la Argentina hay mucho por hacer».

Nuestra escasa capacidad innovadora se ve en lo referido a la sustitución del cultivo del tabaco. Productores tabacaleros, interesados en que no se concrete la sustitución, mostraron experiencias con resultados negativos. Brasil, en cambio, cultivó mamón y ananá con mayor rentabilidad que el tabaco; en China, 450 familias del municipio de Yuxi incrementaron sus ingresos con otros cultivos; en Kenya, el proyecto «Tobacco To Bamboo» (Del Tabaco al Bambú) mostró que el cultivo de bambú es 4 a 5 veces más beneficioso que el del tabaco y 10 veces cuando se hacen cestas y muebles.

Si la Argentina aumentara el impuesto al cigarrillo, reduciría fumadores y gasto en salud, estimándose que obtendría $85.000 millones en 10 años. Así podría subsidiar un programa de sustitución del cultivo del tabaco, hasta erradicar un veneno que mata a millones de personas. Para ello hace falta sensibilidad, imaginación y coraje.

La Nación, 26 de marzo de 2018